En México, más de 2 millones de empresas usan la IA para mejorar ingresos, productividad y eficiencia. Sin embargo, su capacidad para generar respuestas y creaciones instantáneas no se basa en la memorización, sino en un proceso que llamamos inferencia.
La inferencia es cuando un modelo de IA pone en práctica todo el conocimiento que adquirió durante su entrenamiento para resolver una nueva pregunta.
Es la fase de ‘hacer’, en la que la teoría aprendida se convierte en aplicación práctica y se generan respuestas que van más allá de lo que fue memorizado.
Para entender mejor la inferencia, podemos usar la analogía de un bibliotecario experimentado. A lo largo de los años, este bibliotecario ha adquirido un vasto conocimiento sobre los libros. Cuando un estudiante le hace una pregunta nueva y específica, como:
“¿Dónde puedo encontrar información sobre la historia de la producción de cereales en el Creciente Fértil?”, su mente no busca la respuesta literal en cada libro.
Más bien, su cerebro procesa la solicitud y, basándose en su profundo conocimiento, infiere qué libros, secciones o autores son los más relevantes para el tema. Aunque nunca antes se le haya hecho exactamente esa misma pregunta.
Este proceso de conectar una solicitud nueva con el conocimiento existente para tomar una decisión es la esencia de la inferencia.
Un bibliotecario no memoriza cada frase de cada libro; lo que hace es establecer conexiones e identificar patrones. Y usa su experiencia para guiar a la persona hacia la información más pertinente.
La inferencia es todo un proceso que optimiza
Para que los modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM) puedan realizar la inferencia de manera eficiente, se utilizan diversas técnicas avanzadas que optimizan el proceso. Estas técnicas son la clave para transformar una herramienta que sólo memoriza en una que realmente resuelve problemas.
Los sistemas modernos emplean motores de alto rendimiento que permiten acceder a la información de forma mucho más rápida. Un paso fundamental para procesar grandes cantidades de datos.
Además, para gestionar la complejidad de las consultas, se utilizan técnicas que permiten manejar múltiples solicitudes simultáneamente. Lo que optimiza la capacidad de procesamiento del hardware.
En los casos más complejos, el sistema puede dividir una tarea de investigación masiva en partes más pequeñas y asignarlas a diferentes ‘ayudantes’ para resolver el problema de forma más eficiente.
Otro aspecto crucial es la compresión de datos. Se emplean métodos de compresión inteligente para manejar grandes volúmenes de conocimiento. Reduciendo el tamaño de los modelos sin sacrificar la calidad del contenido.
Esto no sólo permite búsquedas más rápidas, sino también un uso más eficiente de los recursos.
Finalmente, para acelerar aún más las respuestas, un sistema puede generar un borrador rápido que luego es validado y refinado por el modelo principal. Este proceso es similar a cómo un asistente prepara una primera versión de un documento que luego es revisada y perfeccionada por un experto.
Conclusiones
En conclusión, la inferencia es lo que da vida a las capacidades de la IA. Esta visión permite que una herramienta de IA generativa cree un poema sobre un tema específico que nunca ha escrito antes.
O que un sistema de diagnóstico médico identifique una enfermedad a partir de una combinación de síntomas que no se ha presentado en su base de datos de entrenamiento.
Sin la inferencia, la IA sólo podría recitar lo que ya ha memorizado, como un bibliotecario que solo puede leer en voz alta los títulos de los libros.
La inferencia es el acto de la verdadera inteligencia en acción. La que transforma una herramienta de búsqueda de datos en una solución de problemas en el mundo real.
Por Víctor Cornejo, Senior Principal Chief Architect, Latin America, Red Hat